UN PARALELO
En pasados días, se me dio la oportunidad de participar de
un diplomado sobre Derechos Humanos en el país de Costa Rica, tuve la
oportunidad de visitar la Universidad Para La Paz de la ONU, el Instituto
Interamericano De Derechos Humanos, la Corte Suprema de Justicia de este país y
otras instituciones de gran categoría.
Durante mi visita, constantemente realizaba un paralelo
sobre las circunstancias que dejaban semejanzas y diferencias entre nuestro
país y éste vecino.
Siendo un pequeño país, entendió rápidamente la gran ventaja
de tener un entorno verde, comprendió el valor del turismo ecológico y de la
responsabilidad medio ambiental que tiene con el mundo. Conocer conductores de vehículos públicos que
explican la historia de su estadio, parques y sitios emblemáticos fue
espectacular y digno de admirar, sus ciudadanos casi bilingües se expresan a la
perfección y le brindan al turista una atención deseada, su gran sentido de
pertenencia me dejó perplejo: Banderas izadas por doquier con gran ímpetu y majestuosidad
contagiaban su aire de patriotismo. Pero hay hechos particulares que alteraron
algunos pensamientos y abrieron la mente a posibilidades no contempladas: el
nivel de confianza hacia sus dirigentes es absoluto; su constitución y leyes en un plano muy
natural y básico dejan entrever un país alejado de la malicia; gran fe ciega
puesta en sus altas cortes con únicas instancias y un sistema judicial sin
control difuso y totalmente concentrado; y la excesiva influencia extranjera y
por parte de instituciones supranacionales a un país con una población tan reducida
puede llegar a ser tan ventajoso o perjudicial.
Siento que tenemos la responsabilidad de adecuar nuestro
territorio con experiencias de países como Costa Rica. Tenemos mucha más
naturaleza, más espacios para adecuar sanamente y sin perturbar el medio
ambiente hacia un turismo renovado como el de deportes extremos, avistamiento
de aves y animales silvestres; no hemos querido buscar, lastimosamente, la
ventaja de tener en Pereira más del 94% de sector rural. Referente al sentido
de Pertenencia, sueño con que en algún momento todos los establecimientos de
comercio, o por lo menos entidades públicas municipales, ostenten
orgullosamente la insignia emblemática de nuestro municipio: Nuestra Bandera, e
irradien Pertenencia Pereirana.
Estamos avanzados en el tema constitucional y somos un país
que, por nuestra historia, se concentró en ser prevenido y jurídicamente
“positivo”, a tal punto de pretender saciar todos los vacios jurídicos de
nuestra legislación, tarea que nunca terminará debido al constante cambio
social; además, nos convertimos en ciudadanos poco creyentes en el ámbito
público y en donde la premisa de “buena fe” se transformó y es totalmente su
opuesta cuando hablamos del ejercicio político. Pensar entonces, en que se debe
evitar cambiar de jueces para que sus doctrinas prevalezcan y así se permita más
seguridad jurídica y que los archivos, documentación y procesos deben ser
llevados de manera electrónica y no física para hacer más eficiente el sistema
judicial, se convierte en un pecado en Colombia, mientras que en el vecino país
es una función normal y natural de avanzada.
Es bueno realizar comparativos que nos ayuden a crecer y
constituyen un gran eslabón para la construcción de un mejor futuro. Reconozco,
sobremanera, la labor exhaustiva que ha realizado la abogada Carolina Rodríguez
para acercar a la Universidad Libre de Colombia y a nuestra región al sistema
interamericano de derechos humanos.
STEVEN CÁRDENAS E